Llegó por primera vez a las Islas Eolias en 1963, cuando el turismo comenzaba a despegar. Tras unas vacaciones de verano (que se alargaban cada año), se mudó a Salina en la década de 1970. Siempre inquieto y curioso, se sintió atraído por el cultivo de la malvasía, la uva que los agricultores locales cosechan a mediados de septiembre y dejan secar al sol durante un par de semanas. Según el método tradicional, las uvas se cuelgan al aire libre en estanterías durante el día y se devuelven al atardecer. Así, Hauner aprendió las técnicas locales de vinificación y las integró con el estudio de textos antiguos y modernos.

Cuando decidió que sus conocimientos y creatividad adquiridos podían contribuir a un vino antaño celebrado como el "néctar de los dioses", buscó parcelas de tierra que habían quedado sin cultivar tras la emigración masiva que trajo a miles de eolios a Australia y América. Consiguió adquirir unas veinte hectáreas, que desbrozó, restauró sus antiguas terrazas y las reactivó como viñedos. Introdujo varias innovaciones: secó las uvas en la vid y experimentó con técnicas de enfriamiento durante la fermentación. Estas pequeñas revoluciones fascinaron a los expertos, empezando por Veronelli, y llevaron la Malvasía de Hauner a las mesas de prestigiosos restaurantes, primero en Italia y luego en Francia, Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón y otros países. La nueva bodega de Hauner se fundó en la década de 1980 en Lingua, una encantadora aldea cerca de Santa Marina Salina. El edificio, de estilo eólico, está equipado con un moderno sistema de refrigeración y barricas de acero junto a cubas de madera para la crianza, con una capacidad total de 1200 hectolitros. La inauguración de la nueva bodega coincide con el creciente interés que la renacida Malvasía está despertando entre críticos, periodistas, equipos de televisión, enólogos, productores y, en general, los amantes de los vinos finos.

Las visitas a la bodega y al "carácter Carlo Hauner" se hicieron cada vez más frecuentes, contribuyendo a la fama mundial del archipiélago eólico y al prestigioso vino que allí se produce. Fue durante estos años que la empresa incorporó Salina Bianco y Salina Rosso (vinos de mesa de graduación media) a su línea Malvasía, junto con Antonello, un vino de alta gama criado en barrica. Tras el fallecimiento de Carlo Hauner en febrero de 1996, la empresa fue dirigida con energía por su hijo Carlo Junior, con la inestimable ayuda de su esposa Cristina y sus hijos Andrea y Michele. Hoy en día, se producen aproximadamente 50.000 botellas de Malvasía, divididas en dos versiones: natural y passito.

La empresa también produce alcaparras, esos sabrosos brotes que el inventor de esta gloriosa empresa etiquetó por primera vez con las palabras "Alcaparras de Salina". Las etiquetas, tanto de las alcaparras como de los vinos, presentan las formas y colores que tanto amaba su creador: la arquitectura eólica, los colores de la vegetación de Salina (llamada la Isla Verde en todos los folletos turísticos), los rojos y naranjas de la luna y el amanecer, el negro del volcán, el azul del mar. Son reproducciones de sus pinturas.