Rocas negras de roca de lava que se sumergen en las profundidades azules, paisajes rocosos, atardeceres que quitan el aliento, el olor del viento mezclado con el de la vegetación: esto y más es Pantelleria. Una perla negra inmersa como un jardín en el Mediterráneo.
Una tierra capaz de sorprendernos con sus fuertes contrastes de aguas azul cobalto, llanuras lunares y sinuosos techos blancos. Todo es único, hasta los sabores: el de la alcaparra perfumada y el sabor inconfundible de su vino: el zibibbo.
Un vino también apreciado por los dioses si cuenta una antigua leyenda que la diosa púnica Tanit, por consejo de Venus, se hizo pasar por copero del Olimpo y sustituyó la ambrosía de los dioses por el mosto de las uvas dulces de Pantelleria para conquistar a Apolo.
La palabra zibibbo, del árabe "zabib" o "pasa", identifica tanto la vid como el vino que se obtiene con sus dulces uvas.
La vid tiene una historia muy antigua: originaria de Egipto, fue difundida en el área mediterránea por los romanos, los fenicios, expertos navegantes y hábiles comerciantes, la plantaron en Pantelleria y posteriormente los árabes introdujeron el sistema de cultivo en terrazas; desde entonces el zibibbo se ha consolidado, en esta franja de tierra, como protagonista de la cultura del vino. ¡Podemos decir que Zibibbo es Pantelleria por excelencia!
El 24 de noviembre de 2014, la práctica agrícola del retoño de la vid Zibibbo fue considerada un bien intangible y cultural e incluida por la UNESCO en la prestigiosa Lista del Patrimonio Mundial. Un prestigioso reconocimiento para Pantelleria y para Italia.
Por primera vez una costumbre de cultivo, por sus características, ha sido reconocida como un modelo de cultivo a salvaguardar y promover por su valor histórico, cultural e identitario.
Zibibbo también se produce en otros países con la técnica más moderna del "cordón espoleado". Sin embargo, el agricultor de Pantelleria, según una tradición que se ha transmitido de padres a hijos, sigue respetando los conocimientos y secretos contenidos en el antiguo uso de la vid "alberello".
Una práctica, única, agotadora pero tan creativa que agricultura y paisaje conviven en una extraordinaria simbiosis.
La isla es la parte alta de un antiguo volcán con un ambiente rural difícil y hasta hostil que el campesino siempre ha sabido domar con sabiduría. Una tierra acostumbrada a una agricultura heroica que nunca ha considerado un obstáculo la naturaleza demasiado salvaje y disruptiva.
El hombre ha podido arrancar de la roca la tierra fértil. Construyó terrazas en terrenos inaccesibles, levantó abrigos con muros de piedra seca para defender las plantas del viento constante, levantó el zibibbo resguardándolo en pequeños cuencos en el suelo, obteniendo una uva con bayas jugosas y doradas capaz de ofrecer bayas únicas y preciosas. vinos como Passito y Moscato, con sabores y aromas intensos.
El trabajo del agricultor de Pantelleria, totalmente manual y creativo, ha permitido modelar y hacer único el paisaje de la isla, ha construido y fortalecido la identidad cultural de esta comunidad y ha creado un sistema de producción en perfecto equilibrio entre el hombre y la naturaleza.
Ahora, tras el prestigioso reconocimiento de la UNESCO, los "tesoros" de Pantelleria deben ser promocionados y valorados adecuadamente, conscientes de que, con su deterioro, desaparecerían, tanto en la percepción como en la imagen consolidada.